lunes, 16 de julio de 2012

Reportaje de Fotoperiodismo: 

                                                       "La decadencia del Barrio Puerto" 



Réplica del Santiaguillo, primer barco que arribó a Valparaíso. Llegó al Muelle Prat como un regalo para conmemorar los 450 años tras el descubrimiento del puerto. Deteriorado por la intemperie y la falta de mantención, cubre su vergüenza rodeado de improvisadas rejas que advierten su peligroso estado.
Ahora el Santiaguillo sólo navega en un vertedero de basura, esperando ser rescatado algún día.

 Las “chalupas” del Muelle Prat, desteñidas y con la madera podrida. Navegan sobre un mar verde entre cochayuyos, escombros y basuras.
 El pescador yace muerto en el mar, ya no habrá vuelos al ras de las olas, ni discusiones con las gaviotas carroñeras al atardecer….

El “choro del puerto”, compañero fiel de aventuras callejeras. 
La tiña y las pulgas nunca han sido un impedimento para ser feliz.
No es el constante tráfico de la locomoción colectiva lo que ha destruido el piso de la Plaza Sotomayor. Es el mar furioso que reclama el territorio que un día le arrebataron. Pero los seres humanos somos muy insensibles para captar esa energía, y seguimos con nuestra rutina caminando por calles rotas, sin percatarnos de la rabia de Neptuno, y sus ansias de recuperar lo que le pertenece por naturaleza. 
 “Vinos finos de Chile” codiciados en el extranjero. Los porteños preferimos un vino en caja callejeado y compartido con los amigos.


Los callejones del Barrio Puerto guardan historias de encuentros y desencuentros; amores, risas, miedos, violencia y muerte… 
Lo han dejado inmóvil, como a la mayoría de los ascensores de Valparaíso. El Cordillera fue uno de los que más luchó por seguir funcionando, sus rieles conectan el cerro con la mítica calle Serrano. 

A  cuatro años de la explosión… Las infraestructuras que resultaron dañadas aún permanecen abandonadas a su suerte. Esta edificación ubicada entre las calles Cochrane y Serrano sólo conserva su cascarón que sirve de pizarra para los grafiteros. Su interior se ha convertido en un refugio para indigentes.
Las construcciones arquitectónicas que en un tiempo destacaron la elegancia del puerto, hoy son un sitio eriazo que acumula cada vez mas escombros y basura. 
“La hora de la siesta” no se tranza por nada, aunque no tengas una cama cómoda, y el sueño te pille en un callejón entre el hedor a orina y vómito… 





Icono de la decadencia del Barrio Puerto, vive en soledad su abandono y deterioro. Silencioso el mercado espera el fin de su mala fortuna… ¿volveremos algún día a degustar sus exquisitas pailas marinas? 

Plato típico de Valparaíso, al que no le gusta el pescado no es porteño. Se puede preparar de las formas más diversas y deliciosas, frito, al horno, a la mantequilla, en caldillo , y la especialidad de la casa caluguitas de pescado.
Es curiosos que sea uno de los alimentos menos consumidos en la zona y en el país.
Y es que la mayoría de nuestros recursos marítimos son abstraídos por la pesca de arrastre que realizan los barcos extranjeros en nuestras costas, entonces nosotros comemos sus sobras… 
El menú del día incluye: pisco sour (por cuenta de la casa), entrada, consomé, plato de fondo, postre, té, café o bajativo. Todo fresquito… 
No todas las casas de la subida Carampangue fueron pintadas por el programa “Pinta tu Fachada”, se les olvidaron varias. 

Las huellas que dejaron los años esplendorosos del Barrio Puerto siguen latentes, contrastando con una especie de nuevo aire que se le pretende dar a la Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Mientras las construcciones antiguas se caen a pedazos, a su lado se erigen modernos lofts que ningún habitante de Echaurren podía costear. Sólo he de esperar que “una vez mas el viento como siempre
limpie la cara de este puerto herido…” 

Texto y fotos por Nicole Valverde.

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